jueves, 19 de noviembre de 2009

LUNES 9 DE NOVIEMBRE

Es el día después de la carrera, supuestamente deberíamos estar con muchas agujetas y muy cansados, pero personalmente me encuentro muy bien sin ninguna molestia y sin ningún problema físico y al encontrarme con Miguel veo que tiene las mismas sensaciones que yo, una gran noticia. Esta vez el desayuno es especial, es en el ático del hotel con las vistas espectaculares de la acrópolis, hay mucha gente en el desayuno y esta vez aprovechamos para desayunar más fuerte, un desayuno mucho más consistente que los anteriores que mirábamos para no pasarnos en demasiado. Salimos a la terraza del hotel echamos un buen vistazo por ultima vez de todas las imágenes que vemos y nos bajamos en busca del coche.

Nada mas cargar las maletas nos acercamos a un kiosco cercano y buscamos ansiosos en los mucho periódicos deportivos que hay alguno que haga alguna referencia a la carrera de ayer, sorprendentemente ninguno de los que hay pone el mas mínimo comentario y en solo en uno de tirada nacional viene un especial con las clasificaciones, le compramos y nos buscamos impacientes, en la primera pagina de la clasificación de la Marathon aparecen nuestros nombres, toda una gran ilusión.

Ahora de vuelta al coche rumbo al canal de corinto a pocos kilómetros de Atenas, pronto llegamos y nos acercamos a verlo, sorprende lo alto y profundo que es. Se ve perfectamente el corte transversal en los lados del canal, este canal se hizo para que los barcos no tuvieran que rodear toda la península del Peloponeso, en apenas 5 minutos se ahorraban días de viaje.




Estando viendo el canal coincidimos con otro grupo de españoles, de Pamplona concretamente, que uno de ellos había corrido también la Marathon, unos minutos de charla con ellos cambiando impresiones de la carrera y de la vida en Grecia y de nuevo al coche esta vez con dirección a Micenas.

Llegamos relativamente pronto y nos disponemos a verlo, antes de entrar ya leemos en las guías que para verlo hay que tener mucha mas imaginación que en las ruinas que anteriormente habíamos visto. Al comienzo de las ruinas, vemos la denominada puerta de los leones, una gigante piedra con 2 leones a los lados esculpidos que da la bienvenida a Micenas.




Mas adelante lo previsto, muchas muchas ruinas que había que imaginarse muy bien para hacerte una idea de lo que allí había. Solo al final de las ruinas se encontraban algo intacto, la escalera escondida que era tan oscura que al no tener luz tuvimos que conformarnos con ver y bajar por ella unos pocos de los 99 escalones que tiene. Dentro de conjunto histórico de Micenas pero unos metros mas abajo, se encuentra una tumba curiosa que es como una bóveda gigante y que tenía una construcción bastante curiosa.

Sin tiempo para mas partimos a Epidauro antes de que se nos eche el tiempo encima y nos cierren. No está muy lejos y pronto estamos allí, se nota que hemos desayunado más fuerte y a pesar de que son las 4 de la tarde no tenemos hambre. En Epidauro la atracción principal es el teatro grandísimo que hay y sorprende lo bien conservado que está.




Como ponía en las guías, el tintineo de una moneda se puede oír desde lo alto en la última fila, así lo comprobamos y tanto el tintineo como una conversación a un tono normal, se escuchan a la perfección a esa distancia, una anécdota muy curiosa. Además del teatro hay mas ruinas pero ninguna llama tanto la atención como el teatro, ni siquiera el estadio que a pesar de están bien conservado no atrae demasiado nuestra atención.




Toca viaje y largo, hasta Olimpia y por carretera a priori no muy buena. Para reponer fuerzas paramos a comer en un pueblecito una especie de gyro pero algo más casero y con un pan totalmente diferente, muy rico y muy agradable el sitio.





Sobre las 17.30h partimos hacia Olimpia y como era de esperar el camino es largo, por carreteras estrechas y subiendo y bajando un par de puertos. Intuimos en la oscura noche, que el lugar por el que estamos pasando tiene que ser bonito, al día siguiente a la vuelta lo comprobaremos. Llegamos sobre las 21.30h y el cansancio se nota en los rostros y en los cuerpos. El pueblo nos decepciona muchísimo, muy turístico y nada de atractivo, esperamos que las ruinas que hemos venido a ver hagan valer la pena tanto viaje. La zona del Peloponeso es menos atractiva que la zona del centro de Grecia. Un corto paseo por el pueblo a la vez que buscamos un sitio para cenar es lo único que hacemos al llegar. La cena normalita en una taberna tranquila y normal y paseo hasta el hotel de la señora de psicosis jeje. A descansar que todos lo necesitamos, los días de ajetreo, la resaca de las carreras y el largo y cansado viaje hacen mella en nosotros que necesitamos reponer fuerzas.

SABADO 7 DE NOVIEMBRE

Es el día previo a la carrera, a pesar de lo que pudiera parecer en ningún momento estábamos nerviosos y siempre nos tomábamos el día con calma y con la mente puesta solo en el día a día, sabiendo que nuestro momento llegara y que tendremos que estar preparados, así que para ello teníamos que mantener la mente ocupada en el viaje y seguir disfrutando.

Empezamos el día como siempre con un desayuno estándar para recargar las pilas y ponemos rumbo al coche que nos va a llevar a Atenas, allí estaremos hasta el lunes. Dada la experiencia de la primera noche nos temíamos lo pero con respecto al caos circulatorio en Atenas y el buscar aparcamiento en las inmediaciones del hotel. Por suerte no había mucho tráfico y llegamos al hotel pronto. Cuando íbamos a dejar el coche en doble fila para bajar las maletas y ponernos luego a buscar un aparcamiento, salía un coche del parking del hotel y allí le pudimos dejar hasta el lunes. Así que todos nuestros temores de la búsqueda de un aparcamiento desaparecieron en escasos minutos. Como llegamos pronto al hotel solo una habitación estaba disponible, pero nos era mas que suficiente, simplemente dejamos las maletas y disfrutamos de las magníficas vistas que tenemos de la acrópolis desde la habitación y nos fuimos para empezar a ver la ciudad de Atenas.

Directos a la acrópolis, es el centro de atención de la ciudad y lugar mas que obligatorio de visitar. Bajamos por el barrio de monastraki y subimos por Plaka para llegar allí. Una vez allí vemos que hay mucha gente y muchos son corredores de la carrera de mañana. Muchas zonas de la acrópolis están en reforma y los andamios y grúas estropean bastante los monumentos, pero aun así el sitio es impresionante y las vistas de la ciudad merecen la pena.





Llama mucho la atención lo desperdigada que esta toda la ciudad en todas las direcciones, una extensión que puede llegar a ser de unos 15-20 kilómetros o mas hacia cada dirección. Desde allí arriba vemos por primera vez el estadio panatinaiko, allí estaremos unas 24 horas mas tarde con la gloria esperándonos para recibirnos.





Tomamos imágenes de todas las panorámicas del majestuoso Partenón y vemos las cariátides en su templo observando sin cansarse nunca de ver como el Partenón las protege.

Cuando nos íbamos ya del recinto del Partenón, se produce la anécdota de la jornada. Unos españoles nos piden que les hagamos una foto y al terminar nos preguntan que si somos de castilla y león porque ellos son del programa de castellano leoneses por el mundo y que están allí grabando. Y la cara de la periodista me suena, la pregunto que si es quien me parece que es y se empiezan a destapar todas las casualidades. Ella trabajo en Ávila mucho tiempo, su novio es de Ávila y al ser periodista y al ser Ávila una ciudad tan pequeña conoce a mi hermano, le llamamos y le comentamos la casualidad de la cual como es normal se sorprende. Al día siguiente han quedado con un barranqueño para grabarle en la carrera de 10 kilómetros, les comentamos que nosotros correremos la Marathon y en principio quedan en llamarnos para grabarnos en la llegada, algo que al final no puede ser. Nos quedamos con las ganas de que nos graben y de poder salir en el programa.

Terminamos de ver el recinto de la acrópolis y vemos de cerca el templo olímpico de Zeus según subimos hacia la plaza sintagma. En las inmediaciones del hotel buscamos un sitio para comer, pasta es lo ideal para la carrera previa y pronto encontramos un sitio en una terraza, hace una temperatura agradable para comer en la terraza. Disfrutamos de la comida tranquilamente y al terminar decidimos ir a la recogida del dorsal al zappeion center.

Empieza a sentirse la carrera, primero son las chicas las que lo recogen al igual que los regalos que nos van dando por los distintos puestos que hay por allí instalados. Llega nuestro turno y los 4 tenemos nuestro dorsal, activan nuestro chip y ya solo falta que lo llevemos a la salida al día siguiente.





Avanzamos por el recinto viendo y parándonos en los stands de las diferentes marcas publicitarias que ahí. Algunos tienen alguna cosilla interesante y hacemos uso de sus instalaciones, algún que otro regalo también va cayendo. Una vez visto el recinto nos vamos al hotel a llevar todas las cosas y por el camino nos encontramos con el barranqueño que van a filmar los de la televisión, resulta que le conozco, que hemos jugado juntos al futbol hace unos años. Esta viviendo en Atenas desde hae un año y va a correr los 10 kilómetros. Otra de las casualidades de la vida, hacia mucho tiempo que no le veía ni sabia de él

Dejamos las pertenencias en el hotel y para descansar de tanto ajetreo decidimos bajar a monastraki a tomar un cafetillo en unas de sus tranquilas terrazas. Terminamos el parchís que habíamos empezado ayer en el templo de Poseidón y esta vez es Cristina quien gana. Pasamos otra tarde agradable entre risas y anécdotas. Es muy habitual en toda Grecia que los cafés sean mas llamativos que los bares, tienen muy bien explotados el tema de las terrazas de los cafés, la gente va allí a pasar más de 2-3 horas a charlar, a jugar o simplemente a pasar el tiempo. Quizás por eso un café es más caro que comer. Como queremos estar pronto en el hotel y acostarnos pronto, decidimos ir a cenar.


Vamos al hard rock que tiene una promoción de pasta, que nos vendrá muy bien a los 4 para la carrera de mañana, así que cena de carbohidratos y al hotel que hay que descansar. Una ducha y un afeitado para estar ya dispuestos para el domingo es lo primero que hago al llegar, después iniciamos los preparativos para que no se olvide nada. Ponemos el dorsal, preparamos la comida, preparamos la ropa y todos los complementos necesarios para mañana. Solo hay que vestirse y coger la mochila, todo esta preparado. Acostados en la cama vemos el derbi madrileño, el atelti vuelve a dar la de arena y al descanso decidido dejar de sufrir a dormir, que ya es hora de descansar, dormir y despertarnos del sueño, que ya si que si se va a hacer realidad. Realmente ahora ha llegado el momento.

VIERNES 6 DE NOVIEMBRE

Desayuno en una especie de terraza cubierta del hotel con buenas vistas hacia una gran montaña con un valle repleto de olivos. El yogurt griego con cereales se ha convertido en el desayuno habitual, acompañado de bizcocho y otras variedades.

Las ruinas de Delfos nos estaban esperando, eran las primeras que íbamos a ver en Grecia. Estaba expectante de lo que me iba a encontrar, no sabia si me iba a gustar o no ver o intentar ver lo que allí había habido hace cientos y cientos de años. Pero realmente me gusto, era interesante ver esas edificaciones, esos templos que tenían construidos, la historia que en ellos se albergan y los dioses de su mitología que han caminado por allí, daba que pensar. El oráculo, allí estaba dentro del templo de Apolo, ahí le estábamos viendo, por fin estábamos en él. A orillas del monte Parnaso ese monte que tanta historia guarda.





Por el estábamos subiendo en el estábamos, donde los dioses estuvieron y donde se creyó que era el centro del mundo pues fue donde los águilas que soltó Zeus se juntaron. Arriba del monte estaba el estadio, uno de los 3 que vimos en ruinas y al que no pudimos acceder, era muy curioso ver como competían en ese estadio, estábamos viendo historia.





Bajamos el monte y nos dirigimos al museo, el único que vimos durante el viaje, en donde estaba el Auriga que conmemoraba una victoria de carros en los juegos píticos. Tras el museo vimos el templo de Atenea el cual también albergaba otro oráculo, la zona era bastante más pequeña pero también tiene su encanto.





Fin de la visita a Delfos y sus ruinas, en resumen es un lugar bastante enigmático y digno de ver. Me gustó.

De vuelta a la carretera camino del cabo Sunion a ver el templo de Poseidón, que según las habíamos visto en las fotos y habíamos leído era un lugar perfecto para ver el atardecer y hacer unas bonitas fotos. Así que tendríamos que estar allí antes de las 5 de la tarde, una parada rápida para comer a pocos kilómetros de allí donde comimos nuestro segundo gyro y una cerveza griega, muy similar a la española. Llegamos a tiempo para ver el templo tranquilamente y hacer unas fotos y para esperar la puesta del sol, nos echamos un parchís, la gente tampoco entendía muy bien que 4 personas estuvieran sentadas a escasos metros del templo se Poseidón jugando a un juego que no entendían muy bien, no nos dio tiempo a terminarlo porque el sol caía y las fotos nos reclamaban.





Vista la espectacular puesta de sol, vuelta rumbo a Atenas en busca de nuestro siguiente hotel, como también llegamos pronto era día de trotar por última vez. Esta vez las chicas también salieron a trotar 20 minutos para recordar a las piernas que el domingo tenían que correr. Nosotros solo 40 minutos suaves a orillas del mar egeo, unos estiramientos y todo el trabajo previa a la carrera estaba hecho, ya solo nos quedaban los 42.195 metros para completar el sueño. Ducha y de nuevo al coche a la ciudad del Pireo, no me imaginaba que fueran tan grande, tan caótica y tan desorganizada. Vueltas y vueltas para aparcar y para encontrar un buen sitio para cenar. Por suerte lo logramos y probamos el pescadito fresco del Pireo, bastante buena toda la cena incluido el plato de postres que nos pusieron bastante generoso, pero que casi casi nos hicimos con el.





Al terminar la cena paseo por el puerto del Pireo hasta el coche para bajar un poco la cena y aprovechar el buen tiempo que hacia. Y al llegar al coche vuelta al hotel y a dormir que el sábado nos estaba esperando a la vuelta de la esquina.

JUEVES 5 DE NOVIEMBRE

Se nota que hemos descansado algo más y mejor que la noche anterior, el hotel y el cansancio acumulado ha hecho posible que así sea. El desayuno en el hotel es más familiar y nos da las fuerzas para seguir, que nos espera otro día largo de visitas y de viaje en coche.

Según nos ha comentado el simpático recepcionista del hotel, los monasterios están cerca aunque nos advierte que son unas 4 horas de visita. Lo iniciamos y pronto nos encontramos con el primero, está realmente alto y hacia allá nos dirigimos. La subida es muy fuerte y dura, al poco estamos arriba y vemos todo lo que hemos subido, las piernas incluso tiritan un poco. Pero las vistas merecen la pena y todo lo que nos queda aun por ver no nos permite descansar mucho mas, Solo unos poco kilómetros mas y otro monasterio nos espera, la subida es menor aunque el monasterio en sí y es mas bonito que el anterior. Las vistas siguen siendo muy bonitas y espectaculares y el cansancio se sigue acumulando en las piernas.



Otro monasterio mas y ya van tres, no nos cansamos de verlos y de contemplar todo lo que nos rodea. En el cuarto y ultimo que vemos, nos centramos un poco más y lo vemos por dentro, curiosamente a las mujeres se las obliga a que se pongan una falda por encima, están realmente sexys con estas faldas jejeje.




Dentro del monasterio se puede ver como viven los mojes, sus instalaciones y demás aposentos, además de esto vemos algún museo y por primera vez nos encontramos con el grupo de italianos que también va a correr la Marathon el domingo.

Es curioso ver como tienen todo eso construido y como se las ingeniaban para subir y bajar todo tipo de material, es bastante peligroso y nada seguro, pero ellos lo tendrán bien estudiado y para ellos seria bastante fiable.

Después de ver los otros dos monasterios y de bajar a un mirador espectacular a hacer las últimas fotos y comprobar el eco que había, nos bajamos en coche a Kalambaka a comer. Otra taberna típica griega es la afortunada y un camarero que hablaba español nos ayuda a pedir platos típicos griegos incluso con sus postres, que a pesar de ser muy dulces están muy ricos y no dejamos nada en los platos.

Esta vez sin mas descanso partimos hacia Delfos, un viaje no muy largo pero por alguna carretera no demasiado buena. Todavía no he hecho mención de la manera que tienen de conducir los griegos, en resumen muy alocados. Adelantan en línea continua, sin importar las curvas, el tráfico o lo que sea y utilizan el arcén como otro carril adicional. Hay que decir que al segundo día ya conducíamos como ellos, mas nos valía si no queríamos que nos dieran las luces o nos dedicaran un bocinazo jeje.

La llegada a Delfos fue tranquila, rápido encontramos el hotel que tenia buena pinta, pequeñito y familiar como la mayoría de los hoteles en los que hemos estado a excepción de los de Atenas. Como era habitual dimos un paseo por el pueblo, hicimos las compras pertinentes y la cena típica, con la tranquilidad que se respiraba por las calles. Casualidades de la vida cuando íbamos a entrar a cenar en una de las tabernas que por allí había salían dos parejas españolas que estaban por allí y uno de ellos conocía a Miguel de la oposición, habían estudiado juntos y a miles de kilómetros allí se encontraban, fue la anécdota del día. Después, la cena, dejo mucho que desear sobre todo para las chicas que les olvidaron servir un plato del menú que además era el peor de los que había, entre risas lo llevábamos mejor. Finalmente paseo hasta al hotel y a descansar.

MIERCOLES 4 DE NOVIEMBRE

A las 8:00 suena el despertador, hemos descansado unas 4 horas, no es mucho pero nos parece suficiente. El hotel no es una maravilla pero nos ha servido para salir del paso. Una ducha y a las 9:00 hemos quedado para desayunar, reponemos fuerzas y nos ponemos rumbo al norte de Grecia, vamos a comenzar a explorar sus ruinas, sus costumbres, su gastronomía y sus gentes.

Dirección termópilas, nos es que hubiera mucho que ver allí pero nos sirve para hacer una primera parada a estirar las piernas, ver la estatua que conmemora a un guerrero por una guerra y para probar una oliva de los campos griegos, os recomiendo que no lo hagáis no está nada buena jeje. Continuamos con el viaje que nos tiene que llevar a pasar la noche en Kastraki, cerca de Meteora.








A mitad de camino, a la hora de comer paramos en Trikala. Probamos el primer gyro, típico de Grecia, y nos llevamos una alegría, está muy bueno, nos ha gustado mucho a todos y además es muy barato, los 4 con refresco incluido y ingredientes extra dentro del gyro a pesar de la incredulidad de la dependienta, nos sale por escasos 15 euros.




Para reposar la comida, damos un paseo por el pueblo que tiene unas terrazas muy bonitas por las calles principales y nos sentamos en una de ellas para tomar un café. Miguel se atreve a pedir el Greek coffe y vemos lo fuerte que sabe, no era falso el mito de que era muy distinto al del café en España. Para saborear bien el café, terminamos el parchís que habíamos iniciado en el aeropuerto de Frankfurt, la emoción en cada tirada se ve reflejada en algún que otro alegrón y alboroto que la gente sentada a nuestro alrededor no entiende muy bien y miran extrañados al juego. Finalmente Mónica se alza vencedora.




Tras este rato tan agradable, continuamos con el viaje, queremos llegar a ver los monasterios de Meteora antes de que anochezca y así lo hacemos, nos quedamos asombrados con la magnitud de las montañas que albergan dichos monasterios, todo un acierto el haber viajado tantos kilómetros para llegar hasta allí. Llegamos al hotel y no tiene ni punto de comparación al de un hotel de ciudad, es pequeño pero muy acogedor y con un toque a hotel rural. Al haber llegado tan pronto sacamos una horita para correr por allí.

Las estrellas del cielo de Meteora, bajo las inmensidades de sus montañas con los monasterios, observan como damos las primeras zancadas por tierras griegas. Charlamos de lo bien que hemos preparado tanto el viaje como la carrera y las sensaciones de esa carrerita son estupendas. Finalmente 55 minutos junto con unos estiramientos nos ha venido muy bien para soltar un poco las piernas. Una buena ducha y nos preparamos para dar un tranquilo paseo por el bonito pueblo, nos sorprende la tranquilidad de las calles pero realmente lo agradecemos, nos hacia falta para relajarnos un poco y desconectar, que diferencia con el caos de las calles de Atenas. Cenamos en una taberna típica griega y nos sigue sorprendiendo su buena gastronomía, nos gusta todo: la ensalada griega con su queso feta, el tradicional svoulaki e incluso su vino de resina. Un paseo hasta el hotel y a descansar que el viaje continúa.

MARTES 3 DE NOVIEMBRE


Día de inicio del viaje, comienza a las 8 de la mañana. Último entrenamiento en España, sólo son 65 minutos, suaves y con la mente puesta en el avión y en el destino. Al terminar, buenos estiramientos y preparación de últimos detalles para ir camino del aeropuerto. A las 12.45 partimos hacia allá, nos esperan unas cuantas horas en el aire para llegar al destino.

A las 14:15 ya estamos en el aeropuerto y a los pocos minutos llegan Miguel y Cristina, también traen las maletas llenas de ilusiones y de sueños por cumplir. Charlamos un ratillo antes de facturar, para empezar a ponernos al día de todos los detalles. La facturación es rápida y pronto estamos comiendo un buen bocata de tumaca, por si acaso echamos de menos las comida española jeje.

La espera es agradable y se nota que tenemos ganas de viajar, un año de espera para este momento. Todo el tiempo que hemos estado soñando este momento, ha llegado.

Embarcamos y pronto estamos volando con destino a Atenas vía Frankfurt, el viaje se pasa rápido y cuando menos nos lo esperamos estamos pisando suelo alemán. Otro par de horas de espera que las amenizamos jugando un parchís muy entretenido, tanto que no nos da tiempo a terminarlo en el aeropuerto. Despegamos de Frankfurt y desde el aire solo se ven luces, la noche se nos ha echado encima. Pasan las horas y desde el avión nos dicen que estamos apunto de aterrizar, todo en hora. Miramos por la ventanilla por si tuviéramos suerte de ver desde 5000 metros la acrópolis de Atenas iluminada, pero no la hay y en minutos estamos en Atenas.

Recogemos el equipaje sin problema y nos espera el coche, unos minutos de papeleo y tomamos los mandos de un coche griego. Gracias al GPS y a las indicaciones de propietario del coche llegamos más o menos bien a Atenas. Pero la búsqueda de la calle es un poco más complicada. Nos cruzamos con militares que llevaban metralletas y granadas. Todo ello visto por la noche y con la tensión del momento y nos hace preguntarnos en donde nos estamos metiendo. Por suerte encontramos la calle del hotel, es un barrio un poco viejo, oscuro y parece hasta peligroso. El siguiente problema, después de dejar el equipaje en las habitaciones del hotel, era buscar un aparcamiento que según nos comentan unos policías a los que preguntamos, a esas horas es algo difícil. Nos ponemos en ello y creemos tener suerte al encontrar uno no muy lejos del hotel, pero al preguntar si estaba bien aparcado nos dicen que no, que es una plaza para residentes y que a las 6:30 habría que moverle, pero hasta las 9:30 no tenemos pensado mover el coche. Por suerte dimos con unos atenienses muy amables que nos encontraron una plaza para aparcar.

Camino de vuelta al hotel, son las 3:00 de la mañana y hay que descansar que el día ha sido muy largo. Estamos en Atenas, estas calles serán testigos de nuestros últimos kilómetros, los kilómetros de nuestro sueño.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cuaderno de viaje

Soñé que Atenas nos recibía cansados y de madrugada. Que la luz del día trajo una nueva visión, el ruido de la ciudad despierta y el aroma de puestos callejeros. Soñé que atravesábamos el paso de las Termópilas, que Trikala nos daba la bienvenida a Grecia, que zarandeábamos el alfabeto griego y que Meteora nos arrastraba al lugar dónde las montañas desafían las leyes de tiempo y espacio. Soñé que la noche con olor a chimenea nos deparaba uno de los mejores momentos paseando por Kastraki. Que corríamos bajo las estrellas por las carreteras de Meteora.

Soñé que el cielo azul y el paso de unos gatos nos guiaban a través del silencio y el impresionante paisaje entre monasterios hasta perdernos entre iconos bizantinos y un bello horizonte. Soñé que la magia de Delfos nos acurrucaba entre olivos, que el oráculo nos daba su veredicto, que perseguíamos las huellas de Lord Byron y en las costas del Egeo, junto al templo de cabo Sunion, nos quedábamos con el atardecer más bello. Que a orillas del mar corríamos por última vez, o quizás por primera. Que izábamos las velas de nuestro barco en El Pireo, que descubríamos Atenas y jugábamos con mármol hasta dar forma de Partenón a nuestras ilusiones. Soñé que los dorsales llevaban nuestro nombre, que descansábamos con esa mezcla de expectación, nervios e ilusión. Soñé que bailamos bajo la lluvia.

Soñé que todo salió tras el mejor de los guiones, que nos abrazábamos con nuestras chicas, que el estadio olímpico estaba allí de testigo. Soñé con el sabor de unas cervezas con aroma a victoria, con paseos por Plaka y las estrechas calles de Atenas. Soñé con el descanso del guerrero, con la felicidad de estar juntos.

Soñé con un desayuno frente a la Acrópolis, con el corte imposible del estrecho de Corinto, con carreteras dibujadas entre olivos y el sabor de la comida griega y un café con la mejor de las compañías. Soñé, quizás muchos siglos atrás, que visitábamos Micenas y pasábamos por debajo de la puerta de los leones y que el asfalto nos llevaba a Epidauro, al santuario de Asklepion, y que tras montañas, cruzando el Peloponeso, descubríamos Olimpia.

Soñé que celebrábamos el treinta cumpleaños de Cris, que corríamos por el estadio de la antigua Olimpia y que la lluvia purificadora nos volvía a envolver en uno de los lugares más mágicos del mundo. Soñé que nuestro billete de vuelta nos volvía a llevar al otro lado de las montañas, y que junto al mar paseábamos en Naupflio, allí donde el pueblecito nos esperaba para celebrar y seguir riendo.

Soñé con que volvíamos a la ciudad eterna en busca del avión que nos traería de vuelta a casa, con que la semana nos había deparado uno de los mejores viajes. Soñé con el sonido de los dados de un parchís, con libros de historia y postales que se convertían en realidad, con el eco de unas risas y el recuerdo de un coche decorado con banderines. Soñé que después de tantas emociones no quería despertarme.