lunes, 23 de noviembre de 2009

DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE (1ª Parte: antes de la carrera)

Son las 5:15 de la mañana, el despertador no ha sonado aún pero yo ya estoy despierto y espabilado, nada cansado y con la sensación de estar bien, sin sueño y sin cansancio. Hace 192 días me levanté a una hora similar para realizar el primer entrenamiento y pensé en este día, ha llegado, he despertado del sueño. Me costó dormirme y me desperté un par de veces durante la noche, pero me siento bien. Siento que va a ser un buen día.



Nervios calmados, muy calmados. Después de unos minutitos en la cama, me levanto y me preparo para salir, antes de irme el ultimo beso, abrazo y animo de Mónica, que desde el primer entrenamiento hasta el día de la carrera ha estado ahí. Nunca lo olvidaré, gracias.



He quedado con Miguel en el hall para desayunar, un par de minutos mas tarde que yo llega, nos damos el primer abrazo del día, sabemos que ha llegado nuestro momento, tanto tiempo hablando sobre esto, sobre todo lo relacionado con ello, tantos preparativos, tanto esfuerzo, por fin. Subimos al restaurante a desayunar, es todavía de noche y las vistas al partenón son imponentes, de noche mucho mas. No somos los únicos en el hotel que vamos a la marathon, hay unos cuantos mas. De repente el viento arrastra una fuerte lluvia, una tormenta. En principio pensamos que será una tormenta pasajera, en un instante las vistas al partenón desaparece, la lluvia cae con fuerza, con mucha fuerza. No nos podemos llegar a creer la mala suerte que tenemos. Esperamos un tiempo a ver si para pero no es así, y tenemos que ir al estadio a coger el autobús que nos lleve hacia Marathon.


Durante el camino ningún taxi nos quiere llevar y la lluvia cae aun si cabe con mas fuerza, llegamos totalmente empapados a pesar del chubasquero y del paraguas. Los pies están encharcados y las zapatillas muy mojadas, no empezaba nada bien el día. Pronto nos subimos a un autobús y empieza el viaje de ida, el de vuelta lo harán nuestras piernas, nuestras cabezas y nuestros corazones.



En el autobús se respira ambiente de carrera, una esencia especial y totalmente novedoso para nosotros. Es un momento único, y que a pesar de la lluvia que no nos abandona ni un solo kilómetro, lo pasamos bien y vamos charlando tranquilamente y gastando nuestras habituales bromas. A pocos kilómetros de llegar nos cruzamos con los participantes en el power walking, desde el autobús les animamos y les retamos a encontrarnos unas horas mas tarde un poco mas avanzada la carrera.



Fin de trayecto, nada mas bajar del autobús nos dan un plástico para resguardarnos un poco mas de la lluvia. El ambiente es sensacional, no sentimos la lluvia sobre nosotros, solo sentimos que estamos en marathon, que nos han dejado a 42 kilometros de Atenas y que tenemos que volver hacia allá sea como sea. Hay mucha gente, mucha multitud y los mas rápidos en llegar tienen los mejores sitios cubiertos para resguardarse de la lluvia y poder cambiarse cómodamente. Avanzamos por la esplanada y vemos la linea de salida, ya la tenemos cerca muy cerca.



Encontramos los vestuarios pero están llenos y nos quedamos en un soportal para poder desayunar y cambiarnos agusto. Solo queda 1 hora y 40 minutos para salir, hay que empezar ya que tenemos que hacer la digestión. Sacamos nuestros tuppers con los cereales y los yogures griegos y empezamos a saborearlos. Curiosamente somos los únicos que estábamos desayunado, creemos que la gente nos miraría raros y pensaría que eramos unos gordos que no íbamos a llegar a la meta, por supuesto nos lo tomamos con mucho humor.


Terminado el desayuno y nos ponemos con los preparativos de la vestimenta, sacamos orgullosos nuestras camisetas con las fotos y las banderas de Grecia y España. Saco de la mochila sin que Miguel se entere la bandera de España y me la coloco dentro de la malla, a la altura de la rabadilla, ya había entrenado algún día con ella y sabia que ahí no me molestaba. Nos untamos bien la vaselina para evitar rozaduras y ampollas, llenamos los bolsillos con las barritas, geles y glucosa que vamos a comer durante el recorrido y guardamos todo en la mochila.



Apenas quedan 45 minutos para salir y tenemos que llevar las mochilas a los puntos de recogida de las mismas, tenemos que atravesar toda la esplanada para llegar hasta allí. Al volver nos paramos en la antorcha que ilumina a todos los atletas y nos hacemos unas fotos al lado de la antorcha olímpica, porque nos sentimos olímpicos, porque vamos a correr una carrera olímpica. Ya solo estamos ataviados con el chubasquero, para quitarnos un poco de la lluvia y del frío antes de la salida. Solo quedan 20 minutos para salir y la lluvia sigue cayendo y el frío le vamos sintiendo en los huesos y en el cuerpo. No hemos calentado nada, era casi imposible ponerse a pensar en calentar, solo una carrerita pero no nos sentíamos estar calientes para empezar a correr, así que por eso dijimos que los primeros kilómetros los haríamos con calma y con tranquilidad, sin dejarnos llevar por la euforia del momento.



A falta de solo 10 minutos para la salida, nos indican que nos vayamos colocando hacia alante. Todo esta preparado, solo queda la recta final. 1o minutos no son nada, hemos esperado durante mas de un año para estar donde estábamos. Charlamos amigablemente de baloncesto, en concreto de juagadores (solozabal, eran un poco antiguos jeje) con 3 griegos antes de salir y en unos minutos dan la salida. Hay mucha gente y tardamos en llegar a la salida, la gente ya va saliendo, la carrera ha empezado. Llegamos a la linea de salida, un ultimo abrazo antes de salir y nos deseamos suerte mutua, con la mirada nos lo decimos todo.

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