jueves, 19 de noviembre de 2009

MIERCOLES 4 DE NOVIEMBRE

A las 8:00 suena el despertador, hemos descansado unas 4 horas, no es mucho pero nos parece suficiente. El hotel no es una maravilla pero nos ha servido para salir del paso. Una ducha y a las 9:00 hemos quedado para desayunar, reponemos fuerzas y nos ponemos rumbo al norte de Grecia, vamos a comenzar a explorar sus ruinas, sus costumbres, su gastronomía y sus gentes.

Dirección termópilas, nos es que hubiera mucho que ver allí pero nos sirve para hacer una primera parada a estirar las piernas, ver la estatua que conmemora a un guerrero por una guerra y para probar una oliva de los campos griegos, os recomiendo que no lo hagáis no está nada buena jeje. Continuamos con el viaje que nos tiene que llevar a pasar la noche en Kastraki, cerca de Meteora.








A mitad de camino, a la hora de comer paramos en Trikala. Probamos el primer gyro, típico de Grecia, y nos llevamos una alegría, está muy bueno, nos ha gustado mucho a todos y además es muy barato, los 4 con refresco incluido y ingredientes extra dentro del gyro a pesar de la incredulidad de la dependienta, nos sale por escasos 15 euros.




Para reposar la comida, damos un paseo por el pueblo que tiene unas terrazas muy bonitas por las calles principales y nos sentamos en una de ellas para tomar un café. Miguel se atreve a pedir el Greek coffe y vemos lo fuerte que sabe, no era falso el mito de que era muy distinto al del café en España. Para saborear bien el café, terminamos el parchís que habíamos iniciado en el aeropuerto de Frankfurt, la emoción en cada tirada se ve reflejada en algún que otro alegrón y alboroto que la gente sentada a nuestro alrededor no entiende muy bien y miran extrañados al juego. Finalmente Mónica se alza vencedora.




Tras este rato tan agradable, continuamos con el viaje, queremos llegar a ver los monasterios de Meteora antes de que anochezca y así lo hacemos, nos quedamos asombrados con la magnitud de las montañas que albergan dichos monasterios, todo un acierto el haber viajado tantos kilómetros para llegar hasta allí. Llegamos al hotel y no tiene ni punto de comparación al de un hotel de ciudad, es pequeño pero muy acogedor y con un toque a hotel rural. Al haber llegado tan pronto sacamos una horita para correr por allí.

Las estrellas del cielo de Meteora, bajo las inmensidades de sus montañas con los monasterios, observan como damos las primeras zancadas por tierras griegas. Charlamos de lo bien que hemos preparado tanto el viaje como la carrera y las sensaciones de esa carrerita son estupendas. Finalmente 55 minutos junto con unos estiramientos nos ha venido muy bien para soltar un poco las piernas. Una buena ducha y nos preparamos para dar un tranquilo paseo por el bonito pueblo, nos sorprende la tranquilidad de las calles pero realmente lo agradecemos, nos hacia falta para relajarnos un poco y desconectar, que diferencia con el caos de las calles de Atenas. Cenamos en una taberna típica griega y nos sigue sorprendiendo su buena gastronomía, nos gusta todo: la ensalada griega con su queso feta, el tradicional svoulaki e incluso su vino de resina. Un paseo hasta el hotel y a descansar que el viaje continúa.

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