Estos días de finales de septiembre las tardes huelen a tierra mojada, las noches caen pronto sobre la gran ciudad y las mañanas grises te acarician con el frío y la humedad que pronto nos invadirán cuando el otoño vista enseguida los árboles de tonos rojizos y marrones. Ya es otoño, y septiembre se nos escapa entre los dedos mientras la cuenta atrás camina por debajo de los cuarenta días para Atenas.
Las mañanas son grises. Estos días no hay cielos azules, y cuesta un poco más desperezarse y salir de la cama. Camino del trabajo disfruto el paseo matinal. Veinte minutos aislando el rugido del tráfico y los claxon bajo la cueva de mis auriculares. Poco menos de media hora redescubriendo el saxo de Charlie Parker. Grabaciones del año 53 para empezar de la mejor manera posible estas mañanas de comienzo del otoño. Melodías e improvisaciones grabadas hace más de medio siglo en clubs de Boston que ahora suenan en Madrid mientras camino aún dormido hacia el trabajo.
Now´s the time.
Entre tanto, todos estos días mis pensamientos sobre la maratón giran sobre una sola idea. Concentración. Y es que durante las últimas tiradas largas, dónde mis piernas y mi cabeza quieren ir aprendiendo para lo que les espera, he descubierto lo que me gusta ir corriendo concentrado. Con la cabeza en su sitio, controlando cada zancada y cada esfuerzo, cada punto del recorrido y cada respiración. Entre tanto, en ese estado de letargo en el que parece que nos embarcamos cuando corremos fondo, la cabeza va dando vueltas sobre lo humano y lo divino, mientras el resto del cuerpo controla cada detalle, cada situación, como si el piloto automático fuera puesto pero siempre nosotros al volante dirigiendo la situación.
Así vamos controlando cada ritmo, midiendo cada esfuerzo y preparando la cabeza para la cantidad de kilómetros que aún nos quedan, o para los que ya llevamos detrás.
Now´s the time. Ya falta muy poco. Justo el momento en el que tenemos que ir preparando lo más importante para la maratón. Nuestra cabeza. Porque esto no es sólo un esfuerzo de piernas, sino sobre todo de coco. Ahí tenemos que hallar nuestras motivaciones, nuestra mentalización, nuestra concentración y nuestra forma de superar cada bache. Que durante los 42 kilómetros seguro que los habrá. Esperemos que durante todos estos meses nuestras cabezas hayan aprendido la lección y estén preparadas para esa mezcla de alegría desbordada y de sufrimiento y dolor inabarcable que nos espera. Durante la aventura nos esperan momentos de euforia, de alegría, de sufrimiento y de dolor. Tenemos que estar preparados para afrontar cada uno de ellos. Lágrimas de alegría que querrán mezclarse con lágrimas de dolor. Hay tiempo para todo en cuatro horas. Estoy convencido de que ya estamos preparados. Por si acaso, a lo largo de este mes seguiremos trabajando en ello.
Mientras, camino del trabajo, Charlie Parker me recuerda cada mañana de otoño lo bello que puede ser un solo de saxo. Now´s the time.
Las mañanas son grises. Estos días no hay cielos azules, y cuesta un poco más desperezarse y salir de la cama. Camino del trabajo disfruto el paseo matinal. Veinte minutos aislando el rugido del tráfico y los claxon bajo la cueva de mis auriculares. Poco menos de media hora redescubriendo el saxo de Charlie Parker. Grabaciones del año 53 para empezar de la mejor manera posible estas mañanas de comienzo del otoño. Melodías e improvisaciones grabadas hace más de medio siglo en clubs de Boston que ahora suenan en Madrid mientras camino aún dormido hacia el trabajo.
Now´s the time.
Entre tanto, todos estos días mis pensamientos sobre la maratón giran sobre una sola idea. Concentración. Y es que durante las últimas tiradas largas, dónde mis piernas y mi cabeza quieren ir aprendiendo para lo que les espera, he descubierto lo que me gusta ir corriendo concentrado. Con la cabeza en su sitio, controlando cada zancada y cada esfuerzo, cada punto del recorrido y cada respiración. Entre tanto, en ese estado de letargo en el que parece que nos embarcamos cuando corremos fondo, la cabeza va dando vueltas sobre lo humano y lo divino, mientras el resto del cuerpo controla cada detalle, cada situación, como si el piloto automático fuera puesto pero siempre nosotros al volante dirigiendo la situación.
Así vamos controlando cada ritmo, midiendo cada esfuerzo y preparando la cabeza para la cantidad de kilómetros que aún nos quedan, o para los que ya llevamos detrás.
Now´s the time. Ya falta muy poco. Justo el momento en el que tenemos que ir preparando lo más importante para la maratón. Nuestra cabeza. Porque esto no es sólo un esfuerzo de piernas, sino sobre todo de coco. Ahí tenemos que hallar nuestras motivaciones, nuestra mentalización, nuestra concentración y nuestra forma de superar cada bache. Que durante los 42 kilómetros seguro que los habrá. Esperemos que durante todos estos meses nuestras cabezas hayan aprendido la lección y estén preparadas para esa mezcla de alegría desbordada y de sufrimiento y dolor inabarcable que nos espera. Durante la aventura nos esperan momentos de euforia, de alegría, de sufrimiento y de dolor. Tenemos que estar preparados para afrontar cada uno de ellos. Lágrimas de alegría que querrán mezclarse con lágrimas de dolor. Hay tiempo para todo en cuatro horas. Estoy convencido de que ya estamos preparados. Por si acaso, a lo largo de este mes seguiremos trabajando en ello.
Mientras, camino del trabajo, Charlie Parker me recuerda cada mañana de otoño lo bello que puede ser un solo de saxo. Now´s the time.
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