jueves, 10 de septiembre de 2009

EL HILO DE ARIADNA

Todas las semanas en mis viajes de trabajo a Valladolid, al pasar por la villa de Rueda, de gran tradición vitivinícola, me encuentro con un cartel anunciando una de sus bodegas “El hilo de Ariadna”. Hoy lo recordé y quise compartir con vosotros este Mito. Hoy, por primera vez escribo en el blog.

Cuenta el poeta Ovidio que en Creta reinaba el poderoso Rey Minos. Un día, éste prometió a Poseidón sacrificar aquello que el dios hiciera salir del mar, pero el toro blanco que salió era tan hermoso que Minos se negó a su sacrificio y se quedó en su rebaño.

El dios, enfurecido, hizo que Pasifae, la esposa de Minos, se enamorara del toro. Para poder dar rienda a ese amor, Pasifae pidió a Dédalo que le construyera una vaca de madera, donde ella se metería para poder aparearse con el toro. Así fue hasta que quedó embarazada y dio a luz a un ser con cabeza de toro y cuerpo de hombre, el Minotauro.

Tan avergonzado y temeroso estaba Minos de ese horrible ser, que mandó construir un enorme laberinto en el que hizo encerrar al minotauro, quien por su agresividad no recibía más visita que la de Ariadna, hija de Minos y Pasifae. En cada novilunio había que sacrificar un hombre para alimentarlo, pues cuando el monstruo no satisfacía su apetito, se precipitaba fuera para sembrar la muerte y desolación de los habitantes de la comarca.

Un día, el Rey Minos recibió una trágica noticia: su hijo acababa de morir asesinado en Atenas. Minos clamó venganza, reunió a su ejército y lo envió a Atenas para iniciar el ataque. Atenas, al no estar preparada, no pudo ofrecer resistencia y solicitó la paz. Minos, con severidad dijo: “Os ofrezco la paz, pero con una condición: cada nueve años, Atenas enviará siete muchachos y siete doncellas a Creta para que paguen con su vida la muerte de mi hijo”.

Aquellos jóvenes serían arrojados al Minotauro para que los devorara, pero los atenienses no tuvieron más remedio que aceptar aunque con una única reserva: que si uno de los jóvenes conseguía matar al Minotauro y salir del laberinto (cosa poco menos que imposible) no sólo salvaría su vida, sino también la de sus compañeros, y Atenas sería eximida de dicha condena.

Dos veces pagaron los atenienses el trágico tributo. Se acercaba ya el día en que por tercera vez la nave de velas negras, signo de luto, iba a surcar la mar. Entonces, Teseo, hijo único del rey de Atenas, Egeo, ofreció su vida por la salvación de la ciudad. El Rey y su hijo convinieron en que si a Teseo le favorecía la suerte, el navío que los volviera al país enarbolaría velas blancas.

La prisión de Creta, donde Teseo y los otros jóvenes fueron alojados como prisioneros, lindaba con el parque por donde las hijas del Rey Minos, Ariadna y Fedra, solían pasear. Un día el carcelero avisó a Teseo que alguien quería hablarle. Al salir, el joven se encontró con Ariadna, quien subyugada por la belleza y la valentía del joven decidió ayudarle a matar al Minotauro a escondidas de su padre. “Toma este ovillo de hilo y cuando entres en el Laberinto ata el extremo del hilo a la entrada y ve deshaciendo el ovillo poco a poco. Así tendrás una guía que te permitirá encontrar la salida”.

A la mañana siguiente, el príncipe fue conducido al Laberinto, tomó el ovillo, ató el extremo del hilo al muro y fue desenrollándolo a medida que avanzaba por los corredores. Tras mucho caminar, penetró en una gran sala y se encontró frente al temible Minotauro, que bramando de furor se lanzó contra el joven. El Minotauro era tan espantoso, que Teseo estuvo a punto de desfallecer, pero consiguió vencerle con la espada mágica. Le bastó luego seguir el hilo de Ariadna en sentido inverso y pronto pudo atravesar la puerta de salida.

Teseo salvó su vida, la de sus compañeros y liberó a su ciudad de tan horrible condena. Dispuestos ya a reembarcar, Teseo llevó a bordo en secreto a Ariadna y también a Fedra, quien no quiso abandonar a su hermana mayor. Durante el viaje y tras una feroz tormenta tuvieron que refugiarse en la isla de Naxos. Vuelta la calma, emprendieron el retorno. Pero Ariadna no aparecía, la buscaron, la llamaron, pero fue en vano. Finalmente abandonaron la su búsqueda y se hicieron a la mar.

Habían zarpado cuando Ariadna despertó en el bosque, después de caer extenuada por el cansancio. De pronto, y rodeada por una monumental ceremonia, se le apareció el joven más bello que jamás antes hubiera visto. Era Dionisios, dios del vino, quien le ofreció casamiento y hacerla inmortal. La joven aceptó y después de un viaje triunfal por la Tierra, el dios la llevó a su morada eterna. Uno de sus hijos, Enopión, fue el primer hombre en poder hacer vino en la tierra.

En tanto, en Atenas cundía la tristeza. El anciano Rey iba todos los días a la orilla del mar, esperando ver a su hijo retornar. Al fin, el barco apareció en el horizonte. Pero traía las velas negras y el anciano desesperó. Y es que Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna, había olvidado izar las velas blancas, signo de su victoria. Loco de dolor, el rey Egeo se arrojó al mar que desde entonces lleva su nombre. Pasó el tiempo y los atenienses reunidos en asamblea ofrecieron la corona a Teseo, quien se casó luego con Fedra y reinó por largos años.

Y es por este mito por el que aparece la expresión que todavía se utiliza “El Hilo de Ariadna“, para referirnos al instrumento de que nos valemos para encontrar el camino que conduce a solucionar un problema complicado.

Las bodegas se llaman así por los números laberintos que recorren las profundidades de Rueda. Una bella analogía entre el mito del minotauro y el vino.

La mitología, fue una asignatura optativa en el instituto casi obligada, pues la informática era la más demandada y tampoco había mucho donde elegir. Al poco, era de mis asignaturas favoritas. Recoge y estudia todas las narraciones de dioses y hombres que eran venerados, temidos y admirados por el hombre. Hoy, estos mitos han llegado a nosotros como fuente de información y nos muestran las creencias de grandes civilizaciones. Dentro de unos meses, nosotros, seremos testigos de una de ellas, Grecia. Uno de mis sueños de estudiante de mitología de tercero.

3 comentarios:

Javi dijo...

Bravo cariño!! Excelente relato de historia. Me ha encantado leerte, espero que sigas con el ritmo y sigas nutriendonos de tu interes por la historia griega. Te echabamos de menos por el blog, un placer tenerte aqi. Esperamos verte pronto otra vez con relatos de historia o cualquier otro tema.
Gracias. Un besazo!!

Mónica dijo...

Muchas gracias!!! ya sabes que me encantan estas cosas, y pense que era un buena manera de empezar a escribir en este blog que tantas veces he leido, y como no de conocer un poquito más de los rincones griegos por los que pasaremos. Estoy deseando llegar!!!
Solo siento que haya sido tan extensa.
Gracias a vosotros por este blog y sobre todo por vuestras historias.
Un beso

Miguel dijo...

pero que alegría más grande leerte!!!!

esto si que ha sido una sorpresa con mayúsculas!!!!!!

muchas gracias por la aportación, no podía ser mejor. Eso si, ahora que nos has acostumbrado a lo bueno ya estamos esperando que nos sigas ilustrando durante estos 50 días que quedan...

muchísimas gracias,

felicidades por el comentario!!!

un besazo de los dos!