lunes, 11 de mayo de 2009

Nunca correrás sola


Mayo llovía sobre Madrid. A cántaros. Suena el despertador pasadas las ocho de la mañana, y la primaveral mañana de domingo nos da los buenos días con cielo gris y un torrencial de lluvia.

La sensación de que todo iba a aplazarse. La sensación de mala suerte y que un día lluvioso iba a arruinar la carrera. Aún así había que ir al Retiro. Por todo, sin quererlo más relajados de lo normal, llegamos a la zona de salida con el tiempo justo. El taxi nos deja en las proximidades de la calle Alcalá, y ya desde allí una marea de camisetas azules nos descubre que pase lo que pase la carrera va a salir, que allí están las quince mil valientes participantes para tomar la salida.

El Retiro ya es una fiesta. El ambiente pone los pelos de punta. Familias enteras preparadas para la carrera. Abuelas, madres, chicas jóvenes, niñas, niños… Miles de chicas dispuestas a cumplir un auténtico desafío. Todo el parque plagado de valientes dispuestas a desafiar no sólo a los seis kilómetros y a la lluvia, sino a todo lo que se venga encima.

Deja de llover y los primeros claros comienzan a abrirse. Ya está todo preparado para la gran fiesta. Nos toca correr literalmente para coger el chip y poner el dorsal a Cris, pero, aunque apurados de tiempo, llegamos justos para una foto y para que ella se meta entre las miles de chicas en la zona de salida.

Visto desde fuera el espectáculo impresiona. No se ve el final entre las miles de camisetas azules. La música suena a todo volumen y los aplausos de las participantes se mezclan con los ánimos que se dan desde megafonía. La princesa Letizia comienza una cuenta atrás para dar la salida y cientos de globos rosas vuelan hacia el cielo. La carrera es por la lucha contra el cáncer de mama y el sentido solidario da un matiz más emotivo a la carrera. Todas corren entre gritos y aplausos desde la línea de salida. Desde ahí, un reguero azul que lo inunda todo. Un reguero azul en cuyas espaldas luce con letras blancas el eslogan de la carrera, Nunca correrás sola.

El recorrido circular me permite animar a Cristina en distintos sitios. En la salida grita y levanta los brazos con una enorme sonrisa. En la bajada de Menéndez Pelayo dónde la verdadera carrera comienza. En el punto más duro, la cuesta del ángel caído, dónde el esfuerzo es más exigente y desde dónde como una campeona se lanza a por los dos últimos kilómetros, y por último junto a la meta. En una meta a la que llega radiante, gritando para que la vea, sonriendo y levantando los brazos al cruzar la línea de llegada.

Me quedo con esas enormes sonrisas. Con la sonrisa de Cris y la de todas las corredoras. Durante el recorrido y sobre todo al llegar a la línea de meta.
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Al final todas llegan victoriosas. Aplaudiendo y riendo. Levantando los brazos al cruzar la llegada. Con esa enorme sonrisa que no han dejado de lucir durante toda la mañana. El esfuerzo ha sido muy grande, y la ilusión de haber participado y terminado es todo un premio. Una recompensa a todos los esfuerzos que ha habido que hacer los meses de antes, como en esas noches de invierno en que Cris, desafiando al frío y al cansancio, cogía sus zapatillas y sus mallas y comenzaba a correr, como todas esas tardes en las que sin dejar de creer en si misma se lanzaba a aprender a correr tantos kilómetros. Como una valiente. En busca de un desafío, en busca de un sueño.

Enhorabuena campeona.

Yo ya me quedo para mí esa enorme sonrisa.



1 comentario:

Javi dijo...

Bueno Cristina, solo darte la enhorabuena por tu gran carrera. A q ahora ya no nos llamas frikis?? jejeje, es un vicio esto de correr y sentir la emocion de la carrera, la tension y todo lo q lo rodea. Asi q nada, a segir con esto q es muy sano. En las proximas carreras esperamos poderos acompañar, monica en la carrera y yo con miguel animando