viernes, 22 de mayo de 2009

Cumpliendo objetivos

Nada puede pararnos, así es como nos sentimos ahora mismo. Todo lo vemos de forma positiva y con un optimismo exultante. Con nuevos objetivos en el horizonte cercano y por supuesto con la meta final el estadio panatinaikos de Atenas, allá por el mes de noviembre, parece que nos queda poco, pero el calendario avanza y los días van cayendo sin que puedan volver atrás.


La media de Ávila, personalmente, fue muy distinta que la de Madrid en varios aspectos. La afrontaba con muchas ganas y con un entrenamiento a priori bastante bueno y con muchas ganas de correr por las calles de mi ciudad, con gente que conozco y con ánimos en varios puntos del recorrido de muchos conocidos.


A pesar de realizar un auténtico tiempazo, mejor del que reflejé en nuestra encuesta, las sensaciones durante la carrera no fueron nada buenas. Los nervios y mi despiste hicieron que me olvidara de comer el plátano antes de la carrera y de llevar conmigo la glucosa que tanto necesitamos para no desvanecernos por tal enorme esfuerzo, por suerte y agrediéndolo mucho, nuestras avitualladoras personales y a la vez fotógrafas-animadoras-y sin fin de positivos adjetivos, Mónica y Cristina, me la proporcionaron en el kilómetro 10. Comenzamos la carrera con ritmo bastante fuerte, nuestras piernas no estaban preparadas aún para correr tan rápido, pronto lo notamos e intentamos bajar un poco el ritmo. Todo este cumulo de circunstancias hizo que en ningún momento me encontara bien, las piernas las sentía muy pesadas y la cabeza no terminaba de aceptar que no era mi día. Con todo ello, los ánimos en la carrera de Miguel, lo bien que me llevo durante todo el recorrido, junto con lo bien que íbamos con el crono, superando nuestras marcas, aguantamos poco a poco el ritmo e íbamos progresando. A la hora de carrera habíamos hecho un kilómetro mas que en la media de Madrid, todo eran buenas noticias, pero mis piernas y sobre todo mi cabeza no terminaban de arrancar. Sabíamos que teníamos que seguir sufriendo y así lo hicimos.


En el kilómetro 18, y junto la segunda glucosa, recibimos el penúltimo animo de los nuestros, menudo subidón que nos dio, nos llevo en volandas hasta la temida cuesta del hospital viejo, metros antes de afrontarla comentaba Miguel que le debía una esa cuesta y vaya que si se la cobró, hicimos una subida muy buena, ya solo quedaban unos metros para ver la linea de meta y a los nuestros otra vez animándonos. Sin ellos no lo hubiéramos conseguida. Sufrimos pero lo logramos, el tiempo era inmejorable para nosotros, la alegría era grande y las ganas de seguir luchando infinitas.


Una vez mas cruzamos la meta abrazados, con los brazos en alto, con una sonrisa en la boca, orgullosos de nosotros mismos y con la satisfación de un trabajo muy bien realizado. Ya se está volviendo un ritual esta manera de entrar en meta. Un ritual que esperemos que podamos seguir cumpliendo durante muchas carreras más.


Los recuerdos de estos momentos siempre se quedaran con nosotros, esto, junto con la ilusion de este sueño nada ni nadie nos lo podrá quitar. Somos unos auténticos campeones.

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