lunes, 27 de abril de 2009

Aquí sólo llegan los campeones


Aquí sólo llegan los campeones.

Impresionante. Tras cuarenta y dos kilómetros, entre emoción contenida, agotamiento e ilusión por ver cerca la meta, los héroes anónimos van llegando al Parque del Retiro después de haberlo dado todo durante tantos kilómetros. Impresiona ver esos rostros en ocasiones desencajados, en ocasiones totalmente sonrientes y felices. Impresiona saber que dentro de poco seremos nosotros los que estaremos ahí, y brota la ilusión y la sana envidia por un día recorrer el camino que ellos están trazando hoy.

Junto a la Puerta de Alcalá, el eco de una comparsa de tambores se mezcla con los aplausos y los gritos de la gente que se agolpa a ver el final de la carrera. Subimos hacia la puerta de entrada al Parque siguiendo el recorrido de la maratón, y cada zancada, cada gesto, cada grito de aliento, impresiona. Muchos corredores realizan estos últimos kilómetros acompañados de sus amigos o de sus hijos, quienes a su lado no paran de animarles y recordarles que son unos auténticos héroes. Mientras, en la acera, nos quedamos eclipsados aplaudiendo y animando todo este esfuerzo.

Luego, comenzamos a correr bordeando el Retiro para ver el recorrido de la carrera de Cristina dentro de dos semanas. La campeona lo realiza todo del tirón, sin detenerse, preludio de los que hará dentro de quince días. Desde Atocha, tenemos la suerte de que nuestra carrera comparte los tres últimos kilómetros con la Maratón, y en nuestro correr nos mezclamos con los corredores que realizan el último esfuerzo de su gesta.

Desde Atocha, hasta la Puerta del Ángel Caído, en el trozo más duro del repecho final, decenas de aficionados llevan en volandas con sus aplausos a los corredores. Después, hasta llegar a la Puerta de Alcalá, no hay apenas público y sólo queda el silencio. El silencio que se quiebra con cada pisada de los corredores, con los ánimos que se dan unos a otros. El silencio del esfuerzo final como antesala a la algarabía de la llegada. El silencio con el que algún corredor muy fatigado camina por debajo de la pancarta del kilómetro cuarenta en busca de un aliento que le permita entrar corriendo en el Retiro. El silencio con el que se mueven los voluntarios mientras gritan “¡Reflex! ¡Reflex!” y aprietan sus sprays sobre las doloridas piernas de los corredores. El silencio con el que cada uno afronta el último esfuerzo, y que impresiona, y que nos hace a los dos no parar de aplaudir, de animarles y felicitarles mientras corremos por la acera a su lado. Un silencio y una ilusión que impresiona.

En la Puerta de Alcalá, junto al kilómetro cuarenta y uno, ya comienza la fiesta. Aplausos y vítores. Reflejos de ilusión entre las sonrisas de los corredores y tanta mirada perdida que acusa el cansancio. Todo el público convertido en un único aplauso interminable junto a la entrada al Parque y ya el olor a meta que se divisa entre los árboles en primavera.

Antes de la entrada, nosotros ya nos detenemos. Cris ha cumplido fenomenalmente su objetivo. No podemos parar de aplaudirles, de darles los últimos ánimos. Y es que dan mucha envidia sana. Y es que impresiona verlos.

Justo antes de la entrada al parque una pancarta de ánimo reza “Aquí sólo llegan los campeones. Bravo”.

Para nosotros ha sido toda una experiencia y una suerte vivir la carrera tan de cerca.

Pronto formaremos parte de ella. Impresiona.

Aquí sólo llegan los campeones.

(Madrid, 26 de Abril de 2009)

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