Trece. Del diez al dieciséis de Agosto, al día en que todo empezó, al día en que celebramos que no estábamos perdidos, que había mucho más que una noche de verbena, que había mucho más que el día más especial. Trece. Semana de viajes, de celebraciones, de turismo. O de paseos sin brújula. Por orden. Semana de celebraciones, que ya son trece años, que ya es un año, que hay mucho por lo que brindar. Semana de viaje. De Madrid a Londres. Semana de tres días nada más, que hay muchas cosas importantes, y el tiempo siempre es escaso. Martes 62 minutitos por el centro de la ciudad desierta. Recoletos y Paseo del Prado hasta Atocha. Lavapiés, o algún punto en el mapa. Puerta de Atocha y Plaza de Oriente. Vísperas de la verbena de la paloma. Chotis junto al templo de Debob y parque del Oeste. Jueves de maleta, pero antes 95 minutos para descubrir pinares en la Casa de Campo. Londres. Aviones de papel, autobuses rojos y la ciudad en calma a la luz de las velas desde las alturas. El fin de semana alrededor del que todo gira desde que empezó “Todo lo Bueno”, desde antes de bailar en aquella verbena de una noche de verano, desde la vie en rose de un dieciséis de Agosto de 2008. De propina 50 minutitos de domingo por la orilla del Támesis. Semana tranquila. Correr no era lo más importante, pero no descuidamos Atenas y sus esfuerzos. El calendario sigue presuroso hacia adelante. Ya pasó la semana trece. Y la doce, pero no me ha dado tiempo a actualizarme. Aún quedan doce.
Seguimos descorchando botellas de Cabernet Sauvignon, surcando ríos de recuerdos y felicidades vividas. Gracias por enseñarme que no es tan difícil bailar sobre la luna con los bolsillos llenos de estrellas.
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