jueves, 13 de agosto de 2009

Catorce



Agosto ha vaciado la gran ciudad. Las calles desiertas, sin coches, sin peatones, sin comercios. Mientras, el calor castiga el asfalto y a los pocos que continúan trabajando mientras Agosto paraliza la vida y las vacaciones secuestran las rutinas. Para los que continuamos aquí todo sigue igual. Pero a otro ritmo.

Catorce. Del tres al nueve de Agosto. Catorce. Un número al que siempre he tenido un cariño especial. 14. Y los buenos augurios se cumplen. Hasta ahora ha sido la mejor semana. Cada día disfruto más. Disfruto mucho. Me encanta correr. Cada día que pasa me encuentro mejor y disfruto más. Y esta semana resulta muy especial.

La semana se reparte entre grandes celebraciones familiares repletas de gente y la soledad de correr grandes distancias aislado del mundo. Entre Madrid y Pajares. Desde Hawai a Castilla.

El lunes 60 minutitos suaves en el Retiro, centro oficial de operaciones. Miércoles de calor, mucho calor. Y además toca salir a correr a media tarde para salir luego a cenar a una terracita, que para eso es verano (la foto es a la sombra sobre las 20.00 horas ya de vuelta). Además es día de novedad. A partir de ahora voy a intentar seguir el planning a rajatabla y es el primer día que voy a hacer series (25´+ 5 cuestas de 2´+ 5 x 1´en bajada + 15´rec: bajar al trote 1´). Lugar elegido el Retiro. Cuesta elegida, la paralela a Alcalá, que es el último kilómetro de la Maratón de Madrid (algún día nos veremos). El entrenamiento resulta ser duro, pero disfruto como un enano. Subir y bajar. Subir a tope y volver a bajar. Cinco veces. Desafiando la pendiente y el calor. La gente debe de pensar que estoy loco. Es una experiencia genial. Y el entrenamiento no puede ser más gratificante.

De Madrid a Pajares, a pasar el fin de semana. Comienza a anochecer la tarde de viernes y no hay tiempo que perder. Bajamos del coche y al momento estoy en zapatillas. Otro día de novedad. De nuevo en el argot atlético: 25´+ 2 circuitos oberón + 15´. En castellano, hago la vuelta a España (un recorrido por caminos que de pequeños llamábamos así) viendo atardecer y entre el pinar de Adanero y Pajares debuto con Oberón. Además allí Cristina y Luna me esperan. La novedad vuelve a ser genial, y muy divertida. La noche cae y para relajar subo hasta la cruz del cerro. 15 minutos más en los que la claridad de la noche alumbra el camino de vuelta al pueblo.

Fin de semana de festejos. Así se hacen las cosas en mi familia. A lo grande. Cumpleaños de mi madre. 50 cumpleaños de mi tía Sol. Cena familiar. Desayuno tropical. Comida más familiar aún. Y Fiesta Hawaiana de Barbacoa, piscina, verbena y cachondeo hasta el amanecer del domingo. ¡Ole!. A lo grande. Agotador, pero a pesar de todo me encanta que mi familia sea así. Es genial. El Domingo para terminar nueva comida todos juntos.

Y para la tarde noche toca el postre. 95 minutos. Acercándonos a los veinte kilómetros. En Pajares hace frío. El camino aún tiene mucho barro de las lluvias de la tarde anterior. Por caminos hasta Blascosancho, luego a Adanero y vuelta a Pajares, para terminar subiendo y bajando a la cruz del cerro. Genial. Cada día me siento más maratoniano. Cada vez me siento más loco buscando un sueño. Corriendo por caminos entre girasoles y pequeños pinares. Solo. Aislado del mundo sin nadie en unos cuantos kilómetros a la redonda. Disfruto muchísimo. La soledad del corredor de fondo. Y eso que no me encuentro nunca solo, siempre corro con vosotros. Encima cada día me encuentro mejor y termino los entrenamientos como obligado, como si pudiese continuar mucho más tiempo.

La semana no ha podido ser mejor. Por suerte todo va lo mejor posible. Esperemos que no vuelvan a aparecer peces extraños. Y si es así seguiremos pudiendo con ellos. Esto no para, y nosotros no vamos a bajarnos en marcha. Ya pasó la semana catorce. Aún quedan trece.





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