QUIERO VIAJAR
HASTA EL HORIZONTE
PERO SE ESCAPA
DESAYUNO EN TIMES SQUARE
Quizás sólo sea cuestión de intentarlo. Desayunar sobre unas hamacas en la playa de Times Square con nuestros cuerpos secándose bajo los anuncios luminosos y el sonido de un mar de tráfico. Quizás sólo sea cuestión de intentarlo. Vaciar nuestros bolsillos de Mediterráneo para mezclarlo con el Atlántico. Aunque las olas no lleguen hasta aquí. Quizás solo sea cuestión de intentarlo
Lo que amé se perdió junto a las casas
que eran nuevas el verano pasado
y se hundieron con el aire del otoño.
-Yórgos Seféris-
BRYANT PARK
No se descarta que antes de que la noche secuestre los últimos automóviles el carrusel comience a girar. No se descarta que los bancos del parque guarden el secreto de besos furtivos, de sueños e ilusiones nómadas durante el horario de trabajo. No se descarta que encontremos un atardecer para jugar esa partida de ajedrez.
- LA DISTANCIA DEL ABRAZO -
Todo fluye entonces sobre el nivel geográfico de lo pequeño, ejercicio sin límite para llegar hasta aquí: la distancia en pie del abrazo claro.
APUNTES DESDE LO ALTO DEL EMPIRE STATE
Los prismas de cristal, humo y estaño
se otoñan al atardecer y depositan,
sobre la seda fría y violeta del río:
monedas de oro viejo, de inmaterial cobre parpadeante.
La boca de la noche las engulle. Asaeteados
se desangran los edificios
por sus miles de heridas luminosas.
La ciudad, hechizada, se complace
en su imagen refleja, y se sueña a si misma
transfigurada por la noche...
-José Hierro-
Me encanta que Nueva York suene a jazz. Que sigan pasando los taxis amarillos. Me encanta que la ciudad huela a café, a comida en cada esquina. Me encanta compartir esta cookie contigo. Me encanta no cansarme de mirar hacia arriba y cogerte de la mano.
(paseo por Broadway la última tarde)
BLUE NOTE
EN verano sólo la paz. La
literatura es casi un secreto. La
música un bálsamo.
Y luego las olas.
Me aferro a la realidad igual que mi recuerdo busca tu mirada y mi cuerpo tu abrazo cálido junto a la almohada. Igual que la luz apagada ilumina este club me agarro al rápido caminar de los compases y los solos del saxofón y la batería, que se retan, se persiguen, se buscan hasta agarrarse y bailar juntos a ritmo de jazz. Apuro una cerveza y luego una ginebra mientras espero a aplaudir, igual que mis labios esperan el roce con tu rostro. Me aferro a la realidad, al instante, que al igual que esta música se va para no volver.
TOM COLLINS
Llegado este punto ni siquiera alcanzaba a recordar que era lo que hacía allí.
No conseguía recordar a quién perseguía. O que era lo que perseguía.
Tom Collins yacía tumbado en la cama de la habitación en la que se había alojado. El sofocante calor del trópico en verano apretaba afuera. Adentro, el acompasado movimiento de las aspas del viejo ventilador que colgaba en el techo sobre la cama y las líneas rectas de luz sobre la pared que pasaban a través de la persiana a medio bajar.
Hacía calor. Mucho calor. Y la asfixiante humedad de los mares del Caribe. Sin embargo, a pesar de la sensación de vacío, se notaba en calma. Había encontrado el mar. El siempre necesario mar. Ya vería que hacer los días siguientes.
1 comentario:
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