Sonidos y otros recuerdos
Después de mucho tiempo cerrada la caja vuelve a abrirse y los sonidos que parecían congelados vuelven a atraparnos. El sonido de cada zancada sobre el asfalto, al principio de cientos de personas, luego, según la carrera avanza y cada uno sigue su ritmo, el sonido de los propios pasos. El sonido de alguna conversación entre corredores, el sonido electrónico de algún pulsómetro precipitado, los tímidos aplausos de la gente que se para a ver la carrera en algún lugar entre el principio y el final, el claxon del conductor enfadado por el corte del tráfico, los gritos de ánimo de la familia, de los hijos de aquel corredor popular, una respiración entre cortada y sin aire. Los ánimos de un corredor a otro. Los gritos de los chicos que pasan la mañana de domingo jugando en un parque ajenos a todo. El sonido de la megafonía de la línea de meta que ya se oye en el horizonte. El sonido de los aplausos de la gente que se agolpa en la llegada. Los aplausos de quién te quiere (porque si no iba a estar ahí...) y te anima desde la valla. El sonido en tu interior que te hace seguir corriendo. El sonido de la satisfacción, de la felicidad, de esa alegría que te provocan las agolpadas endorfinas. El sonido de la victoria. Cada uno con la suya, que el corredor popular siempre es un vencedor. El sonido de las carreras de nuevo formando parte de la vida. El sonido que te recuerda que esto va en serio y que Atenas es mucho más que un sueño.
Fuenlabrada. Polígonos industriales. Talleres. Naves y fábricas. Ciudad dormitorio. Casas de ladrillo visto. 10 km aún muy lejos de Marathon. Pero ya muy cerca.
15 de febrero.
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