lunes, 2 de febrero de 2009

Aproximaciones al tiempo y lo efímero

Kayros y Khronos
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Al final todo quedará, como el recuerdo del sueño de una noche de verano...
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En la mitología griega, según las obras filosóficas presocráticas, Chronos era la personificación del tiempo.

En los mitos griegos, Chronos era el dios de las Edades (desde la Dorada hasta la de Bronce) y del zodiaco. Surgió al principio de los tiempos formado por sí mismo como un ser incorpóreo y serpentino con tres cabezas: de hombre, de toro y de león. Se entrelazó con su compañera Ananké (la Inevitabilidad) en una espiral en torno al huevo primigenio y lo separó, formando el universo ordenado de la tierra, el mar y el cielo.

Ocasionalmente se aparecía a Zeus con la forma de un hombre anciano de largos cabellos y barba blancos, pero la mayor parte del tiempo permanecía como una fuerza más allá del alcance y el poder de los dioses más jóvenes.

Chronos permaneció como el dios remoto e incorpóreo del tiempo que rodeaba el universo, conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso del tiempo.

El tiempo. El paso del tiempo. Según dijo Borges, el tiempo es la sustancia de la que estamos hechos. El misterio que nos constituye. Aquello que portamos, también misteriosamente, fundido con la materia, nuestra materia. El que nos lleva a la vejez desde la tierna infancia... el emblema de la sabiduría.

Es el tiempo. Para los filósofos quizá una de las indagaciones más inagotables que puedan hacerse.

Nuestra vida se rodea de tiempo. Del pasado que va formando nuestra vida, del presente que disfrutamos día a día y que efímero se nos escapa de las manos sin que a veces nos demos cuenta. Del futuro que llena nuestra cabeza de planes y expectativas, de ilusiones. Nuestra vida se rodea de tiempo y de nuestro afán de capturarlo, en fotografías, libros, diarios o recuerdos. En nuestro afán de medirlo. De calendarios, de relojes, de agendas y citas. Y Para ello dividimos la vida en años, estos en meses, en días, horas, minutos…

Y así una hora entera puede significar muchas cosas. O mejor dicho, una hora la podemos aprovechar para muchas cosas… descansar, comer, viajar, amar, disfrutar, reflexionar, trabajar… Una hora con sus correspondientes minutos y segundos.

El sábado, en Murcia, tocaba aprovechar una hora entera corriendo. Exprimiendo la aún dormida mañana de sábado con esa sensación de disfrute, de endorfinas aceleradas y con la cabeza en blanco, pensando en todo y en nada a su vez, solo disfrutando del paisaje y del hecho de correr una hora entera y seguida.

La rodilla ya lo permite, y después de mucho tiempo pude correr la hora entera. Toda una enorme satisfacción, y un motivo más de ir celebrando etapa a etapa el camino ya marcado que nos llevará a Atenas.

Un camino lleno de tiempo, ahora por explorar, por recorrer y por descubrir, lleno de emociones. Un camino lleno de tiempo, cuando haya finalizado lleno de recuerdos, y que seguro que permanecerá en nuestra memoria brillando entre el polvo del pasado.

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