El comienzo de la carrera es tranquilo, hay alegría en todos los corredores, esto es como una fiesta, saludamos a las cámaras que hay por la línea de salida y esbozamos nuestras primeras sonrisas, antes del primer kilómetro me quito el chubasquero, hay que lucir la camiseta a pesar de la lluvia, Miguel todavía lo aguanta. Mientras empezamos a dar las primeras zancadas vamos sorteando a los corredores que van mas despacio, es lo normal en una carrera con tanta gente, al principio hasta que puedes coger ritmo pasa un tiempo.
Como habíamos dicho y habíamos planeado durante mucho tiempo, la salida es muy tranquila y nos lo tomamos con calma, como nos recomendó Chapi, hacemos el primer kilómetro en 6 minutos, el segundo en 5 y el tercero en 6. Un ritmo tranquilo y llevadero, ya en los 2 siguientes kilómetros nos hacemos con el ritmo deseado, hacemos los kilómetros a 5.25 aproximadamente. Primeros kilómetros y primeros encuentros con la gente que nos apoya desde las cunetas de las carreteras, no es que sean muy animados los aplausos pero se agradece igual y les respondemos con nuestros aplausos y con nuestra manera de decirles gracias en griego, efaristó efaristó, no nos cansamos de repetirlo. Ellos no se cansan de decir Bravo, Bravo. Durante toda la carrera es lo más escuchado por los corredores, y de veras que se agradece.
Nos encontramos por primera vez con un español que nos oye hablar, nos comenta que ya ha corrido otras maratones y que tiene una marca de 3h45m, estamos un ratillo con el y decide irse, nosotros seguimos con lo nuestro y la lluvia con lo suyo, parece ser que no quiere abandonarnos. Rodeamos la tumba del soldado desconocido y nuestro ritmo sigue siendo muy bueno, vamos avanzando posiciones y hasta pasamos a la bicicleta que hacia de guía a los que quieren hacer 4h, eso nos hace sentirnos mas fuertes. Una primera parada técnica de Miguel hace que recorramos apenas un kilómetro en solitario, que aburrimiento no quiero estar solo en la carrera, pronto me coje y todo vuelve a la normalidad.
Llevamos algo más de media hora de carrera y desde la distancia damos ánimos a las chicas, que acaban de comenzar su carrera, es una pena que no podamos estar con ellas, pero desde la distancia estamos con ellas y estamos seguros de que lo van a lograr. Charlamos, reímos, gastamos bromas, lo pasamos bien y seguimos avanzando. Comentamos que hay mucho silencio en la carrera, solo se oye las pisadas de los corredores contra la carretera y su respiración, la gente apenas habla y el público apenas anima, pero para eso estamos nosotros en el asfalto animamos la carrera con nuestra conversación y con los agradecimientos al publico. Nos volvemos a encontrar con el español de antes, bueno más bien nos encuentra él a nosotros porque reconoce a dos voceras hablando en español, le comentamos que a este ritmo ahora mismo haríamos 3h 47m y decide quedarse con nosotros.
Llegamos al kilómetro 10, lo hacemos en 53m 42s, una media aproximada de 5.25 el kilómetro, buen ritmo, buenas sensaciones y la meta un poco mas cerca. Cada 2,5 kilómetros hay un puesto de avituallamiento y nos compenetramos muy bien para beber, hay que hacerlo en todos los puestos aunque no tengamos sed y así lo hacemos, uno coje agua y otro powerade, nos hidratamos por dentro ya que por fuera vamos bastante hidratados, y continuamos con la carrera. Cuando llevamos 1h 11m recibimos la llamada de las chicas, lo han logrado y en un gran tiempo, que orgullosos estamos de vosotras chicas, bravo, nos hace sentirnos mas fuertes y con su mensaje de animo hace que olvidemos la lluvia que nos esta cayendo y la hora que llevamos de carrera. El ritmo sigue siendo muy bueno, unos kilómetros a 5.20 otros a 5.10, y no tenemos ningún síntoma de cansancio o de malestar, todo va sobre ruedas.
Hay subidas y bajadas y curiosamente es en las subidas cuando mas rápido vamos, o por lo menos así nos parece, es en estos momentos de la carrera en los que voy mas alegría en las piernas y Miguel me recuerda que aun queda mucho y que tenemos que aflojar un poquito, así lo hacemos y volvemos a bajar un poquito también por la segunda y ultima parada técnica de Miguel. Nos acercamos al kilómetro 17.5 y le digo a Miguel que voy a comer una barrita para ir llenando el deposito, así que el se encarga de coger el agua. La barrita me sienta muy bien y la digiero con mucha facilidad. En el siguiente avituallamiento es Miguel quien se decide a comer, pero antes y al ver que la lluvia ha cesado hace un par de kilómetros y que el sol esta saliendo tímidamente, decide quitarse el chubasquero, ya vamos los 2 con la camiseta tan contentos. Llegamos al 20 y se toma su gel, también le sienta muy bien y es una gran noticia para los 2.
Llegamos al ecuador de la carrera, primera media en 1h 52m, a 5.20 el kilómetro. Se nota que nos vamos encontrando mejor. A este ritmo ahora haríamos 3h 44m, hemos bajado 3 minutos que en la anterior referencia. Sabemos que a este ritmo vamos muy bien y que así estamos disfrutando de la carrera. Por supuesto seguimos agradeciendo a la gente sus ánimos en la carrera y les saludamos muy contentos, enseñándoles en ocasiones la bandera griega hermanada con la de España que tenemos en nuestras camisetas.
Estamos alegres, felices, contentos, la sonrisa no se nos quita ni un momento de la boca. Llevamos 2 horas de carrera y comentamos que estamos muy bien, nada de cansancio, que parece que solo llevamos 5 minutos corriendo, es una sensación súper buena. Ya todo el tiempo que nos queda será novedoso para nosotros, nunca habíamos corrido más de 2h 15m y pronto superaremos esa marca. Miguel insinúa que al haber salido el sol es posible que se nos sequen las zapatillas y que dejemos de oír el chof-chof constante, pero yo algo más pesimista le comento que no creo que no sea así, finalmente él tiene razón jejeje. Hasta ahora las fuerzas están intactas, pero pronto llegara el temido muro.
Todavía son nuestras piernas las que nos están llevando hacia Atenas. Los kilómetros van cayendo poco a poco con normalidad, en tiempos muy buenos, cada vez mejores y eso nos hace sentirnos más fuertes y con más moral. En estos momentos de la carrera vamos recordando diferentes entrenamientos, diferentes carreras, también nos acordamos de la gente que nos ha apoyado y nos ha ayudado, particularmente me acuerdo de mi camino de entrenamiento a Naturávila, la emoción del momento nos invade temporalmente y Miguel me echa un brazo por encima de los hombros a modo de abrazo. A la altura del kilómetro 27,5 decido que voy a volver a comer otra barrita, con lo bien que me sentó la otra espero que esta surta el mismo efecto. Llega el avituallamiento y como en los anteriores es Miguel quien se encarga de coger el agua. Por suerte la barrita me sienta igual de bien que la otra. Solo han sido 2 barritas y un par de plátanos lo que me ha alimentado en toda la carrera. En el 30 es Miguel quien toma su gel y yo le sirvo de aguador, también le sienta bien y todo sigue sobre ruedas.
Llegamos al “temido” muro y es a partir de ahora cuando nuestras cabezas sean las encargadas de seguir con la carrera. De eso vamos sobrados, siempre había dicho y con certeza, que a moral y a fuerza mental nadie nos iba a ganar, que tendría que ser algo físico lo único que nos derrotara, pero nada podrá con nosotros. A la altura del kilómetro 32 pasamos por debajo de un hinchable publicitario y me dice Miguel “ ¿sabes que es esto no?” ingenuo de mi le dije que sería que faltan 10 kilómetros para la meta, pero me dice “ ¡¡es el muro!! y lo que vamos a hacer con el es patearle y derribarle. Y así fue, es lo que hicimos con el muro. Llegamos a la altura del 34 y ya llevamos 3 horas y desde hace unos 5 kilómetros se me van resintiendo las fuerzas, no me encuentro tan fresco como antes, sin embargo a Miguel le veo estupendamente, va tirando de mi todo el rato dándome ánimos. A veces se me escapa un metrito y le tengo que decir que pare un pelín, va realmente bien y yo no doy para más. Pero lo más curioso es que cada vez estábamos haciendo menos tiempo y por eso a pesar de no poder aguantar el ritmo que me marca Miguel, me siento bien y con fuerzas para seguir.
En una de sus pequeñas “escapadas” le noto como más pensativo y como si estuviera flotando, tanto que se escapa unos 3 metros y al decirle que pare un poquito me comenta que se estaba imaginando la entrada en el estadio y que se estaba emocionando al pensarlo. Ya quedaba muy poquito para que llegara ese momento. Volvemos a hacer cálculos y creemos que, yendo como vamos y viendo que cada vez estamos rebajando el tiempo hasta llegar a los 5 minutos por kilómetros, haríamos 3h 41m-3h 42m.
Después de tanto tiempo corriendo llega un momento en que no sientes las piernas, sabes que están ahí porque las sigues moviendo pero llevan tanto encima que están como dormidas. Vas corriendo por inercia, las piernas se mueven solas parece que no hay conexión entre la cabeza y las piernas, pero forman un tándem perfecto y lo están demostrando sobradamente. Ahora entiendo porque es la cabeza la que te hace recorrer estos kilómetros, porque las piernas es como si no estuvieran en tu cuerpo. Para intentar combatir esta pequeña falta de fuerzas decido tomarme una glucosa, quedan aproximadamente 7 kilómetros y hay que aguantar como sea, y como la glucosa según dice Miguel, me sienta como a Asterix la pócima mágica, espero que me ayude a llegar bien a la meta.
Los tiempos siguen siendo cada vez mejor, ya no sobrepasamos los 5 minutos en ningún kilómetro. Vamos sin frenos hacia Atenas, de echo es en el 36 cuando vemos la primera vez la acrópolis desde la carrera. Ya sabemos que la meta esta cerca, muy cerca. La emoción cada vez es mayor, todo el esfuerzo está surtiendo y lo mejor esta por llegar. Repostamos por penúltima vez en el 37,5 y ya estoy pensando cuando sacar la bandera. En principio mi intención era solo sacarla al llegar al estadio pero me dan ganas de sacarla ya mismo, pero aun es pronto y sigo con ella escondida. Cuando llegamos al 40 ya sentimos que estamos en Atenas, lo tenemos casi hecho. El terreno además es favorable y en breve cumpliremos el sueño de acabar una marathon. En las calles se nota que hay mas ambiente, hay mucha mas gente y animan algo mas. Pero bastante mas animamos nosotros que vamos súper contentos, tanto que al pasar por debajo de un puente tarareamos abrazados el himno de España, como si fuéramos en el kilómetro 2, como si no lleváramos 3h 30m corriendo, como si fuéramos los ganadores de la carrera, pero es que realmente lo somos, somos unos campeones.
Ya en el 41 llega el momento cumbre de la carrera, el que nos hace estallar de alegría y de emoción y creo que el momento que mas recordaremos de la toda la carrera. Viéndonos prácticamente en el estadio, en la meta, me echo la mano atrás y sin que Miguel se de cuenta, saco la bandera de España, la quito los celos de protección que llevaba y le digo “toma agarra de ahí” la sorpresa y alegría es inimaginable. Los primeros metros corriendo con la bandera son de colocación y de adaptarnos a hacerlo bien, pero enseguida lo hacemos y empezamos a disfrutar del momento. Vamos corriendo con una enorme sonrisa, vamos saludando y animando a la gente que esta viendo el final de la carrera, vamos adelantando a corredores que incrédulos ven como un par de españoles llevan una bandera enorme de su nación. En los últimos 500 metros antes del estadio la alegría es inmensa, además favorece que sea bajada hasta la llegada al estadio, hay mucha gente y los gritos y el alboroto que estamos montando hace que nos animen mucho más.
Ya no hay cansancio, ya no hay dolor, ya no hay sufrimiento, ya no nos acordamos si sentimos o no las piernas, solo hay alegría, relajación, satisfacción, entusiasmo y emoción mucha emoción, mas de la imaginada. Ahí estábamos los dos corriendo los últimos metros de la carrera, nos encontrábamos mucho mejor de lo que habíamos soñado jamás, habíamos disfrutado de la carrera como no lo habíamos hecho en ninguna de la anteriores, estábamos a escasos metros de cumplir el sueño, la emoción era inmensa.
Ibamos volando, pero no porque fueramos rápido que si que lo ibamos, sino porque ibamos en una nube. Nos sentiamos heroes, nos sentiamos protagonistas, nos sentiamos totalmente vencedores e invencibles. Era un momento único. Al final de la bajada en la que nos encontrábamos y después de haber sido animados y vitoreados por toda la gente que nos estaba observando y casi por sorpresa nos encontramos con el estadio, el estadio olímpico panatinaiko de Atenas, el mismo al que llegaron tantas leyendas del deporte, el mismo en el que tantos atletas han vistos cumplidos sus sueños, el mismo en el que durante las olimpiadas de Atenas 2004 llegaron los maratonianos olímpicos, a ese mismo estadio estábamos llegando nosotros. Íbamos a afrontar los últimos 195m, esos con los que ya no se corre con las piernas, ni con la cabeza, sino con el corazón y con un amigo-hermano al lado.
La entrada fue especial, inmensa, eufórica, intensa…..indescriptible, al igual que en la bajada anterior notábamos que la gente nos animaba muchísimo, no sabíamos si con todos había sido así, pero nosotros nos sentíamos súper animados por la gente y muy aplaudidos. Nuestra alegría era insuperable, la emoción infinita (las fotos así lo demuestran). Buscamos en las gradas a las chicas y las vemos de pie muy alegres y suponemos que emocionadas también. Nos están grabando y haciendo fotos desde la grada. Mientas nosotros nos disponemos a recorrer los últimos metros de la carrera. Por supuesto nos sentíamos ganadores, daba igual quien o cuantos hubieran entrado en la meta antes que nosotros, nos sentíamos vencedores, habíamos ganado. Durante los últimos metros nos abrazábamos, nos reíamos, nos emocionamos e incluso alguna lágrima cayó al tartán negro de la pista del estadio olímpico.
Cruzamos la meta alzando la bandera y nos abrazamos emocionados y contentos, no era un simple un abrazo, significaba mucho. Significaba el reconocimiento mutuo a todo el esfuerzo que habíamos hecho, a todo el tiempo que habíamos dedicado, a todas las cosas que habíamos sacrificado, a todos los momentos buenos y malos que habíamos pasado entrenando, a todos los preparativos que habíamos hecho…..significaba tantas cosas que era algo mas que un abrazo. Al cruzar la meta y terminar el abrazo, miramos el tiempo que habíamos hecho y nos dimos cuenta de la pedazo de carrera que acabábamos de hacer. Siendo nuestra primera maratón el tiempo era buenísimo, mejor de lo esperado. El simple hecho de terminar ya era un éxito, hacerlo por debajo de 4h todo un logro y hacerlo en 3h 39m 51s es una magnifica marca.
Con la satisfacción del trabajo bien hecho una vez terminada la carrera, seguimos andando por la pista mientras que los voluntarios de la carrera nos iban dando avituallamiento sólido y liquido. Y nos dieron nuestra particular medalla de oro de vencedores, nos sentíamos como vencedores olímpicos en lo alto del podium con la medalla colgada del cuello y hasta con la bandera de España, mas no se podía pedir!! Incluso había fotógrafos de la carrera que quería hacer las instantáneas a los vencedores. Mas adelante nos dieron lo que Miguel denominó el traje de astronauta, una manta térmica que nos vino muy bien para no quedarnos muy fríos después de tanto esfuerzo.
Continuábamos andando por la pista mientras que nos faltaban las chicas, que estaban al otro lado de la pista y que no las veíamos, las necesitábamos, queríamos darlas un beso y un abrazo como nuestra dedicación a ellas. Nos paramos y las vimos a lo lejos, venían hacia nosotros, nos dimos la vuelta y nos encontramos con ellas. El encuentro fue muy emotivo y emocionante, como si hubiéramos estado años sin vernos y como si las echáramos mucho de menos y realmente así era. Las lagrimas y los besos se fundieron en uno solo. Era un momento muy especial, ellas se lo merecían todo. Habían sufrido tanto o más que nosotros durante la carrera y durante la preparación, todo nuestro esfuerzo iba para ellas.
Salimos de estadio para recoger nuestras mochilas y poder cambiarnos, en ningún momento la sonrisa se podía borrar de nuestra cara, era un momento inigualable. Estábamos en el estadio olímpico de Atenas después de correr la maratón original, cuesta creerlo, pero es así.
Ya con cambiados y con nuestras mochilas, nos volvemos a encontrar con las chicas fuera del estadio y vamos a la grada a ver desde dentro los instantes finales de algunos corredores y a disfrutar del estadio desde las gradas. Nos hacemos unas fotos para inmortalizar el momento y reponemos un poco las fuerzas comiendo algo. Es el momento de comunicar por el móvil a los nuestros que están en España de nuestra hazaña, mientras que descansamos en los asientos de mármol del estadio. Unos minutos allí y al poco nos vamos del estadio que vio como terminábamos nuestra primera maratón, un sitio mágico, una suerte el poder haber estado allí y el poder vivirlo.