martes, 4 de noviembre de 2008

Un poquito de historia


En el año 490 a.C. una gran expedición con 50.000 hombres al mando de Datis y Artafernes salió de Cilicia para castigar a Atenas y Eretria por su participación en los sucesos de Jonia. Les acompañaba Hipias, antiguo tirano ateniense, hijo de Pisístrato, que todavía contaba con partidarios en la ciudad, a pesar de la reciente instauración de la democracia por Clístenes (507).

Tras someter las Cícladas y tomar Eretria, el poderoso ejército persa había desembarcado en la costa oriental del Ática, a 40 kilómetros de Atenas, en una llanura de 3 kilómetros de anchura situada entre las montañas y el mar. Los griegos (diez mil atenienses y mil soldados de Platea) acamparon en las faldas del monte Pentélico. Era el 13 de septiembre de 490 a. C.

El flanco griego derecho estaba mandado por Calímaco, el izquierdo por un general de Platea. Temístocles y Arítides dirigían el cuerpo central. Los griegos favorecidos por la inclinación del terreno corrieron hacia los persas y entablaron un combate cuerpo a cuerpo. Los persas sorprendidos no tuvieron tiempo de reaccionar y no pudieron usar ni los arcos ni la caballería, huyeron despavoridos hacia sus naves y fueron perseguidos y masacrados por los griegos. Los persas perdieron 6.400 hombres y sólo 192 los griegos.

«Una vez formados en orden de batalla y dado que los presagios resultaban favorables, los atenienses, nada más recibir la orden de avanzar, se lanzaron a la carrera contra los bárbaros. Cuando los persas les vieron llegar hacia ellos corriendo se aprestaron para afrontar la embestida; si bien, al comprobar que los atenienses eran pocos y que, además, se abalanzaban a la carrera sin caballería sin arqueros, les creyeron dominados por una locura que causaría su perdición...»

«En esa batalla librada en Maratón perdieron la vida unos seis mil cuatrocientos bárbaros y ciento noventa y dos atenienses».

Heródoto

En Atenas las mujeres esperaban conocer el resultado de la batalla porque los persas habían jurado saquear la ciudad, matar los niños y violar a las mujeres. Las griegas habían decidido que si no recibían la noticia de la victoria griega antes de la puesta de sol, matarían a sus hijos y se suicidarían. El corredor Filípides fue enviado por Milcíades a recorrer los 42 kilómetros que separaban Maratón de Atenas para informar de la victoria griega. Tras anunciar la victoria con la frase: «¡Alegraos, atenienses, hemos vencido!», se derrumbó por el esfuerzo y murió agotado.